El
Carpintero
Orlando
Goicoechea reconoce las maderas por el olor, de qué árboles vienen,
qué edad tiene, y oliéndose sabe si fueron cortadas a tiempo o a
destiempo y les adivina los posibles contratiempos.
Él
es carpintero desde que hacía sus propios juguetes en la azotea de
su casa del barrio Cayo Hueso. Nunca tuvo máquinas ni ayudantes. A
mano hace todo lo que hace, y de sus manos nacen los mejores muebles
de La Habana: mesas para comer celebrando, camas y sillas que te da
pena levantarte, armarios donde la ropa le gusta quedarse.
Orlando
trabaja desde el amanecer. Y cuando el sol se va de la azotea, se
encierra y enciende el video. Al cabo de tantos años de trabajo,
Orlando se ha dado el lujo de comprarse un video y ve una película
tras otra.
-
No sabía que eras loco por el cine- le dice un vecino.
Y
Orlando le explica que no, que a él el cine ni le va ni le viene,
pero gracias al video puede detener las películas para estudiar los
muebles.
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